jueves, 11 de agosto de 2011

Bienvenus!!!!

Aló!!!


Antes que nada espero se encuentren excelente y obvio que frencuenten este blog ya que en el podran encontrar información actual e importante del mundo de la moda, eventos de moda, tendencias y street style. Sin más que por el momento espero contar con su visita semanal. Me despido de ustedes con una frase de mi amada Coco "La sencillez es la base de la elegancia".

 Es todo ciao ciao. 

BISOUS!!

viernes, 5 de agosto de 2011

El antiguo Egipto. Los orígenes de la moda

En las tierras del antiguo Egipto los atuendos buscaban básicamente el resguardo del sol aunque los registros de la época develan también el interés de este pueblo por la elegancia y la distinción.


Los datos acerca de los vestidos del antiguo Egipto se encuentran representados en la pictografía de la época, cuyos principales motivos ilustran dioses pero también faraones vestidos como deidades.



En estas representaciones puede verse la figura de Cleopatra con el pelo trenzado y dos grandes plumas que eran indicio del más alto rango en la escala social o la imagen de la reina Nefertari, bien adornada, de vestidos transparentes y ojos alargados con polvo.


Pero más allá de estas referencias, se puede decir que esencialmente en el antiguo Egipto, el estilo de la vestimenta estaba influenciado por el clima caliente, las ropas buscaban por lo tanto, cubrir los cuerpos del sol impetuoso.


Las mujeres usaban únicamente una banda o cinta en el cuerpo y un klaft para cubrir la cabeza, el cual estaba confeccionado de un material grueso fijado a las sienes y que se vertía por los hombros. Las ropas eran mayoritariamente de color blanco, de algodón o lino.


Las damas egipcias cuidaban su piel de los efectos dañinos del sol ungiendo sus cuerpos y utilizado una gran variedad de cosméticos; pintaban sus párpados de negro y sus mejillas de rojo o blanco. También eran amantes de los lujosos collares y brazaletes que se confeccionaban con perlas, oro, coral y ágate.



Los egipcios dedicaban gran cantidad de tiempo en el arreglo de las cabelleras, es así que pueden verse mujeres egipcias con hermosos tocados. También usaban el pelo con bucles o plisado. Los ricos llevaban pelucas de pelo natural, los más pobres de lana.


Los reyes y guerreros también lucían llamativos atuendos como cintas anchas, corazas de bronce y cuero y collares con pectorales esmaltados.


Los soldados que acompañaban los carros de guerra solían usar túnicas blancas atadas a la cintura, dejaban sus cabezas descubiertas y se protegían los pies con calzados llamados “tabteds”, fabricados con hojas de palmera aplastadas y amarradas con cuerdas.

Historia de la moda desde Egipto hasta nuestros días

Bronwyn Cosgrave
Gustavo Gili, 2006 - 256 páginas


http://todomoda.es/historia.html





Creta. El esplendor minoico

La civilización helénica de la Grecia antigua se extendió por la Península Balcánica, las islas del mar Egeo y las costas de la península de Anatolia, en la actual Turquía, constituyendo la llamada Hélade. La civilización helénica o griega tiene su origen en las culturas cretense y micénica.


Hacia el 2700 a.C. se desarrolló en la isla de Creta una rica y floreciente cultura comercial perteneciente a la Edad del Bronce. Esta cultura recibe el nombre de minoica o cretense. En torno al año 1600 a.C., los aqueos, un pueblo de habla griega y de origen indoeuropeo, irrumpieron en el territorio de la Grecia continental, estableciéndose en el extremo noreste de la península del Peloponeso. Este pueblo llegó a dominar a los cretenses. Su ciudad más importante fue Micenas.

Hacia el año 1200 a.C., otro pueblo de origen griego, los dorios, que utilizaban armas de hierro, se apoderaron de Grecia derrotando a los micenios. La guerra de Troya, descrita por Homero en la Iliada, fue, probablemente, uno de los conflictos bélicos que tuvieron relación con esta invasión. Esparta y Corinto se transformaron en las principales ciudades dóricas. Con los dorios empezó un período de retroceso cultural que se conoce con el nombre de Edad oscura.

Historia de la moda desde Egipto hasta nuestros días

Bronwyn Cosgrave
Gustavo Gili, 2006 - 256 páginas

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La antigua Roma. La extravagancia romana

Los occidentales de hoy no somos conscientes de que para la mentalidad romana nuestro atuendo sería poco menos que propio de un bárbaro. POR FRANCISCO GARCÍA JURADO. HLGE.


Los ciudadanos que pueblan nuestros modernos foros urbanos ya no van ataviados con las elegantes togas romanas, sino que, desde la Revolución francesa, llevan monótonos trajes de chaqueta y pantalón. Y es que el vestido en la Antigüedad Clásica y, particularmente, en Roma, concebía el cuerpo de una forma muy diferente a la nuestra, si bien esto fue cambiando a lo largo de la historia. Para empezar, las prendas se dividían no tanto por ser exteriores o interiores como por su relación con el cuerpo, es decir, prendas en las que éste se introducía, como una túnica, y prendas que lo rodeaban, como la toga o el palio.


Dos tipos básicos de prendas: las que se adaptan al cuerpo y las que lo rodean


Hoy día no estamos tan acostumbrados al uso de los mantos como en la Antigüedad. Éstos, al margen del natural abrigo que pudieran proporcionar durante el invierno, tenían, en el caso de la indumentaria suntuosa, la función de transformar el cuerpo a la manera de las esculturas clásicas. Tan importante era el uso de los mantos, en especial de la toga y el palio, que hasta dio lugar a un verbo específico para expresar su uso frente a otras prendas. De esta forma, la lengua latina desarrolló dos verbos concretos para expresar, respectivamente, la colocación de las túnicas y los mantos. Para el primer caso se utilizaba el verbo induere, empleado para ser usado con el tipo de prendas en las que el cuerpo se introduce, mientras que con el segundo tipo de prenda se recurría al verbo amicire, cuyo valor originario era “poner una prenda por ambos hombros”. Por otra parte, el carácter dual que presenta la simetría del cuerpo, concebido verticalmente en torno a los hombros, está presente en la colocación de la toga y puede tener una dimensión simbólica. En todo caso, la ligazón del verbo amicire con la palabra toga es una seña de identidad de los ciudadanos romanos, que debían representar su ciudadanía llevando la prenda en el foro. Catón el Viejo lo expresaba así: “Era costumbre vestir con honestidad en el foro, mientras que en casa sólo lo que era suficiente”. En definitiva, el sistema indumentario romano no sólo presentaba prendas distintas a las nuestras, sino una concepción diferente de nuestro propio concepto de vestir.



El carácter ascendente o descendente de la túnica: piernas y brazos

Asimismo, el hecho de que el eje vertical del cuerpo marque el carácter ascendente o descendente de las túnicas conlleva connotaciones positivas o negativas, respectivamente. De esta forma, las túnicas recogidas hacia arriba mediante un cinto (succinctae) simbolizaban la diligencia para el trabajo (como cuando nosotros arremangamos nuestras camisas). Por el contrario, la túnica que cae hasta los pies (demissa), se consideraba una vestimenta propia de extranjeros y afeminados. Sin embargo, las connotaciones no son las mismas cuando es la matrona la que lleva una túnica hasta los pies, dado que, en ese caso, simbolizaba la castida. A propósito de esto dice el poeta Tibulo a la confidente que cuida de su amada (Tib. I 6, 67-68): “enséñale a que sea casta, aunque una cinta no ciña sus cabellos ni una estola larga entorpezca sus pies”. Otras túnicas, llamadas manicatae, que dan origen a la palabra “manga”, son las que recubren el brazo hasta la mano. En la cultura indumentaria romana, tales túnicas no se consideraban aceptables para los varones, por su asociación a lo extranjero y afeminado. No es de extrañar, por tanto, que Cicerón acusara de degeneración a Catilina y sus amigos refiriéndose al uso que hacían de las túnicas talares y de manga larga (Cic. Cat. II 22), pues resultaban extravagantes e impropias. Sabemos que la túnica por antonomasia no tenía propiamente mangas largas y descendía, a lo sumo, poco más allá de la rodilla.


Nuevas prendas bárbaras, nueva concepción del cuerpo

El sistema indumentario clásico estaba basado, como hemos referido, en la simetría y la verticalidad del cuerpo. Sin embargo, esta concepción comenzó a verse alterada por la paulatina introducción de prendas foráneas, como las bracae, acaso más cómodas y, sobre todo, útiles frente al frío. Cuenta Suetonio que el emperador Augusto llevaba una suerte de calzoncillos largos (feminalia) porque era muy friolero. En todo caso, el emperador hacía uso de esta prenda en su vida privada. Fue el uso de calzones o bracae por parte de los soldados que venían de las campañas del norte de Europa lo que supuso un verdadero choque de mentalidades. Es significativo que el término bracae se usara en latín como un nombre genérico para referirse a distintos tipos de prendas extranjeras que tenían como denominador común el hecho de marcar la bifurcación del tronco en dos extremidades, las piernas. Ya no se trataba del hecho más o menos ridículo de que una túnica bajara o subiera demasiado con respecto a las rodillas, sino del uso de una prenda foránea, de carácter tubular, que rompía absolutamente con la naturaleza simétrica del cuerpo, dado que lo dividía por la cintura. Si como hemos visto, la toga divide el cuerpo simétricamente con respecto a los hombros y las bracae asimétricamente con respecto al tronco y las piernas, la degradación resulta evidente. De este modo, la misma extrañeza que podía suscitar a un ciudadano romano el uso de esta prenda bárbara es la que a nosotros, ya acostumbrados a los pantalones, nos produciría una persona ataviada con una larga túnica. Las bracae, a su vez, trajeron como complemento un nuevo tipo de prenda superior, la camisa, muy distinta a la túnica clásica y que pertenecía a otro sistema indumentario. Incluso el poeta Marcial se ríe de un amigo que lleva, precisamente, una camisola gala (Mart. I 92, 8): “si una camisola gala te cubre la mitad de las nalgas”. De esta manera, la historia del vestido romano se puede definir como una incesante lucha entre la concepción clásica de la indumentaria y las nuevas prendas que vienen de las regiones del norte de Europa, en particular las bracae, origen de los modernos y poco nobles pantalones.


Vestido femenino y evocación

Al cabo del tiempo, algo tan masculino como las bracae acabó dando nombre en algunas lenguas romances a una de las prendas íntimas y femeninas por excelencia: las “bragas”. No obstante, el término “bragueta” todavía recuerda que eran los hombres los que se las ponían antes que ellas. Sin embargo, las mujeres romanas no conocían nuestro actual concepto de ropa interior o ropa íntima. Sí es verdad que podían portar una suerte de sujetador (strophium), ceñir sus pechos con vendas (fascia pectoralis), o realzarlos mediante un cinturón (zona) colocado precisamente por debajo, a la manera de la famosa emperatriz Josefina Bonaparte. Sin embargo, todavía quedaban muchos siglos para que la túnica inferior o subucula, en principio común a mujeres y hombres, evolucionara hasta dar lugar a los corpiños. La túnica femenina por excelencia era la stola, bien distinta de la túnica masculina, como antes señalamos, por sus mangas largas y la extensión hasta los pies. Era, ante todo, símbolo de pudor y castidad. El pallium rodeaba sus cuerpos, de manera que el patrón indumentario no difería sustancialmente con respecto al de varón. Era, precisamente, la variedad de colores lo que caracterizaba el vestido femenino. En su Arte de Amar (III 170-194), el poeta Ovidio aleccionó a las jóvenes sobre esta variedad cromática. En todo caso, y a pesar de sus diferencias sociales, matronas y meretrices compartían en Roma una obsesión: el gusto por el adorno y el atavío. La mentalidad romana, tan apegada al pensamiento jurídico, distinguió lo que era fungible de ese arreglo, es decir, los afeites, y lo que era heredable y patrimonial, en especial el oro y la púrpura. Hasta llegó a promulgarse un ley, la Lex Oppia, que hasta comienzos del siglo II antes de Cristo, tras la Segunda Guerra Púnica, restringió la capacidad de ostentación de las mujeres más pudientes. Esto suscitó la primera manifestación femenina de la Antigüedad. Sin embargo, tal circunstancia no impidió que se creara toda una industria del lujo, y que a Roma llegaran de Oriente preciosas telas púrpuras y de seda. Es importante observar que los vestidos lujosos se caracterizaban por un nombre propio, sobre todo evocador, que los hacía, si cabe, aún más deseables. Los nombres venían, por lo general, motivados por el lugar de origen de la prenda, como la isla de Cos para la seda, o la ciudad de Tiro para la púrpura. De esa procedencia se han formado los nombres Coa o Tyria vestis, cuyo uso literario hizo las delicias de los poetas elegíacos. Es algo muy parecido a lo que hoy día ocurre con las marcas de los grandes diseñadores: era tan evocador y “chic” decir que una matrona romana llevaba un “vestido de Cos” como decir hoy que una mujer famosa lleva un “Versace”.


**Publicado por Francisco García Jurado**

Historia de la moda desde Egipto hasta nuestros días

Bronwyn Cosgrave
Gustavo Gili, 2006 - 256 páginas

http://todomoda.es/historia.html

http://lectoresaudaces.blogspot.com/2011/02/vestido-y-cuerpo-en-la-roma-antugua.html















Bizancio. La suntuosidad imperial

Durante esta época, se origina un nuevo estilo de indumentaria la cual destaca en el ámbito religioso e imperial. El principal tejido utilizado para la confección de este tipo de indumentaria es la lana, seda realizada con muy elaboradas y diversos tipos de estofas.


Indumentaria imperial


Clavi: Un tipo de decoración téxtil que se suele utilizar en las dalmáticas.


Emperador Justiniano I en el centro. A su derecha el arzobispo Maximiliano y más a la derecha oficiales bizantinos con túnicas blancas rematadas por clavi de color oscuro. (Imágen: Wikimedia Commons/Dominio Público en algunos países)


Dalmática: Otro tipo de túnica solamente llevada por los emperadores, la cual se caracteriza por sus muy elaborados bordados.


Pteruges: Un tipo de ornamentos de cuero colocados como flecos grandes.


Superhumeral: “Es una pieza de la vestimenta bizantina que descansa sobre hombros y parte de la espalda del dignatario. Por lo general estaba ricamente decorada con piedras preciosas y bordada con oro. En muchas ocasiones el superhumeral era combinado con otra pieza de vestimenta bizantina, el loros imperial, el cual era antiguamente solo una franja ricamente decorada en oro y joyas que los dignatarios se enrollaban en el torso y brazos. Sin embargo posteriormente combinado con el superhumeral, una larga franja caía frontalmente desde la parte de adelante, mientras en la parte trasera caía una segunda franja aún más larga que era llevada hacia adelante y descansaba en el o los brazos del dignatario.” (Texto wikipedia/Superhumeral)


Emperador Manuel I Comneno con un superhumeral de cuadros azules y dorados sobre sus hombros, desde el cual cae hacia abajo una de las franjas del en una franja loros imperial. En sus manos sostiene la segunda franja del loros que viene desde la parte trasera del superhumeral. Nótese que el loros tiene el mismo patrón de diseño del superhumeral. (Imágen: Wikimedia Commons/Public domain)


Paragauda: Es un tipo de borde ancho bordado en oro que se sitúa en la parte inferior de una túnica o dalmacia.

Historia de la moda desde Egipto hasta nuestros días
Bronwyn Cosgrave
Gustavo Gili, 2006 - 256 páginas

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http://heliopolisblog.wordpress.com/2010/06/12/la-indumentaria-a-traves-de-la-historia-vii-%E2%80%93-imperio-bizantino/

La Edad Media. La Europa medieval

La moda en la Edad Media se vio influenciada por los cristianos, la invasión de los bárbaros y la influencia bizantina, que determinaron el cambio del traje en Occidente desde los primeros siglos de esta era, aunque siguiendo por entonces con el fondo romano.


Cesó por completo el uso de la toga ya casi olvidada (salvo para algunos actos oficiales) después del siglo de Augusto. Se usaron más las bragas, que eran una especie de pantalones, que fueron tomadas de la vestimenta de los bárbaros y las calzas que se llevaban muy sujetas desde el tobillo a la rodilla por medio de correas entrelazadas. Las túnicas siguieron usándose cortas sobre las bragas o calzas pero con mangas.


En cambio, las capas o mantos eran más amplias en uno u otro sexo y las mujeres las llevaban sobre túnicas talares. Se usaban también las clámides como en la época romana.

Historia de la moda desde Egipto hasta nuestros días

Bronwyn Cosgrave
Gustavo Gili, 2006 - 256 páginas

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El Renacimiento. El nuevo espíritu

Francia e Italia se convirtieron en los grandes protagonistas de la moda en la época renacentista. En esta era el hombre comenzó a sentir mayor interés por las artes, la política y las ciencias, lo cual incrementó las ideas creativas para los diseños de la época.


A diferencia de la Edad Media, en el siglo XV y XVI la cabeza adquiere protagonismo y se impone en la moda un corte de cabello llamado: “Escudilla”. La importancia que se le daba al peinado se puede comprobar por los enormes tocados que lucían las mujeres.


En 1620 desapareció la sencillez y la línea vertical de las prendas medievales, que fue sustituida por la línea horizontal del traje del renacimiento. Mientras se producía este vertiginoso cambio de estilo, apareció en Europa la moda del ‘acuchillado’, que consistía en unas aberturas en el tejido exterior de las vestimentas masculinas.


Con la llegada de la Revolución Francesa (1789-1799) la moda varió enormemente pero la práctica de distorsionar la figura de la mujer persistió. Aunque la rigidez del corsé se vio aliviada al sustituirse las guías metálicas por huesos de ballena, la moda continúo siendo incómoda por la costumbre de dar volumen a las faldas.


El atuendo masculino sufrió el cambio más radical de la historia moderna. La peluca, excentricidad que fue introducida por el rey Luis XIII para ocultar su calvicie, figuró durante más de un siglo como prenda indispensable en el guardarropa masculino.


Asimismo, a principios de siglo los hombres seguían llevando las prendas de finales de la edad media. La casaca seguía siendo de una capa pero constaba de dos piezas delanteras, dos piezas traseras y dos piezas para los hombros. Este invento dio lugar más tarde al tradicional traje de montar a caballo.

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